Mi reno de peluche
mayo 17, 2024Sombrías postales desde Italia
Si el mundo del cine y el audiovisual esta sacudido por las modas de las nuevas tendencias en las redes sociales, donde la imagen y montaje son tan freneticos que se hace compilado “degustar” un plano, una composicion o una iluminación, la reciente serie llamada Ripley propone calmar ese ritmo y disfrutar de una fotografia excelente para plasmar una nueva vision sobre la conocida historia de Tom Ripley en una Italia en blanco y negro donde se aboga por la belleza y el refinamiento.
Sobre los años 50, Tom Ripley, un joven talentoso y brillante, es contratado por un millonario que pide su ayuda para traer a su hijo de vuelta a casa, así que Tom debe viajar a Italia e intentar convencerlo. El problema es que se enamora de la vida, los lujos y excesos de Dickie Greenleaf (el joven al que debía ayudar a volver a casa) y esto lo lleva a hacer lo imposible para conseguir un lugar en ese mundo y tener todo lo que Greenleaf tiene, y todo esto incluye mentiras, manipulación y asesinato. Puro thriller psicológico.
Tom Ripley es un oscuro y adictivo personaje creado por la célebre escritora Patricia Highsmith sobre el que escribió 5 libros. La relación de Highsmith con el mundo del cine viene de lejos, son ocho las películas que se han servido de sus novelas como inspiración. Especialmente la saga de Ripley, que ha sido encarnado por Alain Delon, Dennis Hopper, Matt Damon y John Malkovich. Ahora ha sido el turno de Andrew Scott de ofrecer un nuevo Tom Ripley, que no ha pasado desapercibido por la crítica. La nueva versión, con tantos matices diversos y profundos, no deja indiferente a nadie.
La dirección y la adaptación de la serie corre a cargo de un vieja escuela de Hollywood, Steven Zaillian, que atesora guiones de películas como “La lista de Schindler”, “Moneyball”, “Gangs of New York” o “Hannibal”. Así que todo apuntaba a un guión sólido y una forma clásica de narrarlo. Para ello contó con la ayuda de otro maestro, Robert Elswit, el oscarizado director de fotografía fetiche de Paul Thomas Anderson (la gran mayoría de sus películas las fotografía él). Un DF que ha mantenido en más de una ocasión su negativa a lo digital: «Estoy tratando de mantenerme alejado de ellas tanto como pueda».
Pero no se puede dar la espalda a semejante evolución: Ripley está filmada en Arri Alexa LF, y su última película King Richard en cámaras Arri Alexa XT Plus y Mini.
“Parte del desafío de trabajar con digital es derrotar a las imágenes increíblemente nítidas y de aspecto plástico que se pueden obtener, especialmente en las sombras. Creo que todas las cosas que la gente sentía que estaban mal con las lentes antiguas eran en realidad parte de su encanto, incluida una cierta cantidad de astigmatismo, aberraciones cromáticas y viñetas. Panavision está intentando incorporar algunas de estas cualidades en sus lentes más nuevos”
Cuando filma digitalmente, establece una LUT al comienzo de una escena y luego se esfuerza por capturar la imagen final tanto como sea posible en el día. Reconoce que no es así como trabaja todo el mundo. “El proceso digital te permite hacer mucho y puedes perseguirlo hasta el fondo de la madriguera del conejo”, dice Elswit. “La imagenes fueron grabadas en archivos de color, pero en los monitores del set estaban en blanco y negro. Usé un LUT que se asemejaba a una versión un poco contrastada del antiguo Kodak 5231. Es lo que me servía para iluminar desde el combo del DIT”.
La serie, producida por Netflix, no ha tenido un éxito arrollador. Algunos apuntan a la eleccion de blanco y negro “Para mucha gente, está asociado no solo a lo antiguo como algo peyorativo […] En ese sentido, una obra en blanco y negro nos exige doblemente: primero, a salirnos de nuestra zona de confort como espectadores y, segundo, a dejar a un lado los prejuicios” comenta Alvaro Onieva en Fotogramas.
Pero lo cierto es que personalmente veo un gran acierto la elección de la falta de color para contar esta historia desde un prisma nuevo, una de las mejores decisiones que ofrece la fotografia a la serie. La Italia que nos muestra no es la veraniega, colorida, y vibrante de los años 50 de El talento de Mr Ripley. Es más bien oscura y gris, como nuestro psicópata protagonista. Es una Dolce Vita donde un intruso se ha colado para robar el color a los demás. En definitiva, se ajusta más al tono de la novela.
La historia comienza en un barrio de Nueva York donde se aprecia la decadencia y pobreza de Ripley y nos recuerda a fotógrafos de aquella época, como Helen Levitt, Weegee o William Klein. Una alienación aplastante bajo los grandes edificios de cemento.
Mientras que en Italia David Gropman, el diseñador de producción, recopiló una gran colección de fotos en blanco y negro de los fotoperiodistas de la epoca para acercarse a ese estilo.
El tono de la película es más que crudo. Apenas hay música extradiegética, y el ritmo en el montaje es lento. Pero ojo, que aquí hay otro detalle especial: para hacernos sentir más real y más cruda la historia, los momentos de violencia y muerte tienen planos secuencia larguísimos, donde vemos no solo como transcurre la catarsis de los asesinatos, sino también la posterior “desaparición” de los cuerpos. Y todo ello funciona para exponer a un Ripley psicópata que mata con la misma templanza con la que toma café. Otro acierto de guión.
El plato fuerte de la fotografía se podría decir que son las composiciones y la iluminación. No hay movimiento de cámara en casi la totalidad de la serie, pero sin embargo, son tan atractivos los encuadres y el juego con los elementos, que podríamos pasar horas deleitándonos con cada uno de los planos.
Son composiciones muy elaboradas, a menudo con una posición de cámara singular, con puntos de vista atractivos. Puede estar tanto a ras de suelo como en que en el techo. Mirar hacia arriba o ser cenital. A veces son planos generales donde el personaje es diminuto, envuelto por edificios, paredes, mobiliario, objetos… Otras veces son planos minimalistas, con pocos elementos. Otras veces son planos detalles con mucho volumen… En definitiva, una maestría de como sacar el mejor partido al espacio donde se filma.
Un pequeño detalle: se recurre a numerosos planos de escaleras que pueden representar el laberinto donde el protagonista se esconde mientras lo buscan.
En la elección de lentes, el objetivo de Robert Elwist era escapar de la dureza de la imagen digital, así que optaron por las Panavision VA Primes, lentes de gran formato esférico que combina características ópticas modernas con vintages. Según el DF Abrahan Martinez, estas lentes “no necesitan añadir filtros de difusión para ayudar a suavizar la imagen”. Y eso es lo que hicieron, con la intención de aprovechar el stop extra para mejorar los tonos medios.
Aparte de la posición de cámara, el buen uso de la focal según el plano es algo notable en los maestros de la fotografía. Elswit fuerza planos muy angulares para planos generales, o justo lo contrario, teles desde muy lejos en exteriores, manteniendo un equilibrio entre lo ortodoxo y lo radical, lo cual atrae nuestra atención.
Y sobre la iluminación, señalar que intencionadamente buscaron el claroscuro de Caravaggio, del cual Tom Ripley se obsesiona en la historia (invención del director). Según Elswit “el dibujo de Caravaggio, con personajes y espacios envueltos en un fuerte énfasis del contraste entre luz y oscuridad puede ser también una metáfora del drama narrativo de Ripley”
En un momento de la serie, un cura comenta a Tom: “es siempre la luz” mientras observan una pintura de Caravaggio. Esta frase se convirtió en una mantra para el equipo de rodaje y sobretodo para Elswit y Zaillian.